Los Denver Nuggets se encontraban en la cima del mundo después de conquistar el campeonato de la NBA en 2023. Nikola Jokic, dos veces MVP en ese entonces, ya estaba siendo aclamado como el mejor jugador de la liga. A pesar de que su sistema ofensivo y defensivo no eran revolucionarios, eran lo suficientemente efectivos en ambos extremos como para llevar al equipo a la excelencia, siendo Jokic la pieza clave.
«Se está gestando una desconexión entre Michael Malone y la gerencia de los Nuggets», expresó un informante senior de TrueHoops, David Thorpe. La delgada línea entre el genio y el engaño resulta cada vez más evidente en la situación actual del equipo.
Resulta curioso pensar que el arquitecto de la plantilla, Tim Connelly, abandonara la franquicia apenas un año antes de su triunfo. En cambio, los Timberwolves de Connelly lograron vencer a los Nuggets en una serie de playoffs muy reñida, menos de dos años después de su partida.
Por otro lado, los Nuggets no lograron retener a su defensor principal, lo que les llevó a la pérdida de figuras clave en la plantilla. Según Thorpe, la falta de conexión entre Malone y la gerencia ha sido evidente durante más de dos temporadas.
En cuanto a Calvin Booth, gerente general desde 2020, ha sido el ejecutivo principal durante las últimas dos temporadas. A pesar de contar con un equipo de asistentes, Booth es el responsable último de decisiones cruciales como la salida de Caldwell-Pope.
La apuesta de Booth por Christian Braun como reemplazo de una figura importante en el equipo podría ser considerada como un acto de genialidad, si Braun logra cumplir con las expectativas. Sin embargo, según Thorpe, Malone no suele impulsar el crecimiento de jugadores jóvenes a largo plazo, lo que podría suponer un obstáculo en el desarrollo de nuevos talentos en el equipo.