Después de que el equipo nacional femenino de Estados Unidos derrotara a Francia en los Juegos Olímpicos de París para ganar su octava medalla de oro consecutiva, hubo algunas personas que fueron señaladas.
En la opinión de la delantera del equipo francés Gabby Williams, ex selección entre las cinco primeras del draft de la WNBA, su actuación fue tan destacada que Angel Reese –la nueva cara de la franquicia que seleccionó a Williams– la invitó a volver a Chicago Sky. ¿Será que Reese tiene el peso suficiente para lograr tal movimiento? Sin embargo, es sin duda un gesto de respeto hacia Williams.
Por otro lado, en USA Basketball, las estrellas A’ja Wilson, Chelsea Gray y Diana Taurasi también fueron señaladas. Wilson, quien parecía encaminada a convertirse en la MVP de la WNBA por tercera vez, causó furor tanto por su juego como por su personalidad. Gray y Taurasi recibieron críticas por actuaciones poco inspiradoras, y se cuestionó el estado físico de Gray. Esto desencadenó críticas adicionales hacia la entrenadora en jefe de USA Basketball, Cheryl Reeve, y la directora de USA Basketball, Briana Weiss. Reeve estuvo en el ojo del huracán por su estrategia de juego y sus rotaciones.
Ambas mujeres fueron cuestionadas por haber dejado fuera del plantel a Caitlin Clark, la favorita de los fanáticos de Indiana Fever.
Clark, quien ha sido una especie de fenómeno en la WNBA por su talento en la cancha. Lidera la liga en asistencias por partido (8.2) como novata. A pesar de ello, la joven ha sido constantemente menospreciada por leyendas de la WNBA y los medios de comunicación. Sheryl Swoopes, posiblemente una de las mejores jugadoras de la historia de la WNBA, es una de las principales críticas de Clark. Sin embargo, parece que sus críticas no están fundamentadas en un profundo conocimiento del juego.
Para Swoopes, al igual que para Breanna Stewart y otros, parece importarles más la popularidad que cualquier otra cosa. ¿Pero acaso eso es lo más importante en el mundo del baloncesto profesional? La polémica está servida.